El desarrollo de la técnica y su aplicación a la Biología han planteado retos interesantísimos a la Filosofía Moral.
Han mostrado también la pertinencia del carácter inmutable de los principios morales recogidos por las dos ciencias correspondientes, desde la Grecia clásica, sobre todo en la Etica a Nicómaco y desde la incoación de la teología moral en los apologistas y sus fundamentos en el Antiguo testamento.
Mi objetivo es destacar la importancia de estos principios inmutables del orden moral, como son los criterios objetivos de moralidad: la recta razón y la ley natural, la ordenación necesaria de los elementos del acto libre a estas leyes, la subordinación de la libertad y de la discrecionalidad de la conciencia a la verdad, a la naturaleza y a la ley moral, y la orientación del desarrollo humano a su fin último natural.
El cometido señalado lo intentaré manifestando la recta interpretación de tres principios subordinados a los antedichos, y que han servido de estructura para fundamentar la casuística, y han sido enunciados por los moralistas modernos y contemporaneos –a partir del s. XVIII con Alfonso Ma. de Ligorio-, si bien encuentran sus antecedentes en algunos pasajes de Tomás de Aquino.
Me referiré, por lo tanto a tres de estos principios subordinados: el Principio de Totalidad, el Principio del Mal menor y el Principio del Voluntario indirecto.
Antes de entrar de lleno en estos temas, es preciso sortear el gran obstáculo del relativismo moral.